26 octubre, 2018

La ciudad medieval de Vannes: historia, arte y tradición en la costa bretona

Sábado, 12 de Agosto de 2.017

Vannes se encuentra a orillas del Golfo de Morbihan, una de las zonas más hermosas de costa de la Bretaña francesa. Es una de esas ciudades que enamoran a primera vista, fácil de recorrer, y con un precioso casco antiguo amurallado, rodeado de un foso lleno de coloridas flores que la convierten en una auténtica joya, no sólo por su belleza, sino también por su rico y bien conservado patrimonio histórico y religioso.


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Es una delicia perderse por sus estrechas calles empedradas y su laberinto de callejones, contemplar sus viejas casas de entramado de madera y pasajes sombríos, deleitarse con sus hermosas vistas desde las murallas y pasear por su coqueto puerto deportivo con un agradable olor a mar.
 
Además es una ciudad que puede presumir de tener una rica y milenaria historia, con una tradiciones muy arraigadas y que aún sigue celebrando una importante fiesta, a mediados de julio, donde rememoran su ilustre pasado medieval.


Es perfecta para descubrirla en medio día, y lo puedes combinar perfectamente con la visita a los Alineamientos de Carnac, que se encuentran como a una media hora en coche.


Un poquito de historia



Vannes fue capital de la tribu gala de los vénetos, y luego conquistada por los romanos, adoptó el nombre de "Darioritum"; años después se convirtió en uno de los primeros obispados de Bretaña. 

Durante su apogeo en el siglo XIV, la ciudad medieval es acechada por numerosas guerras. Al final de la Edad Media, se convirtió en el lugar de residencia preferido de los Duques de Bretaña.

Fue la capital de Nominoë (primer rey de los bretones) y en 1532 se convirtió en testigo de la unión de Bretaña y Francia, bajo el reinado de Francisco I. También fue refugio en 1675 del Parlamento de Bretaña en su exilio, y prefectura, por lo que Vannes ha ido acumulando tantos títulos como vestigios.

El desarrollo urbano de la ciudad se aceleró con la llegada del ferrocarril en 1862, y tuvo la gran suerte de no ser dañada durante la Segunda Guerra Mundial. Actualmente su economía se centra principalmente en el turismo.

Como dato curioso, señalar que el dominico San Vicente Ferrer, nacido en Valencia (España) vino a predicar a Vannes en los últimos años de su vida, donde falleció y fue enterrado (su sepulcro se encuentra en la catedral de Saint-Pierre).


Información práctica


📍 Dónde aparcar: hay varios parkings repartidos alrededor del centro histórico, pero te aconsejo dejar el coche en el que se encuentra en la zona del puerto. Es de pago, pero la situación es ideal para comenzar la visita a la ciudad.


Además se encuentra al lado de la oficina de turismo, abierta de septiembre a junio: lunes a sábado de 9.30 a 12.30 h y de 13.30 a 18 h. En julio y agosto: de lunes a sábado de 9.30 a 19h. Domingos y festivos de 10 a 18h.

📍 Desde su página web también te puedes descargar un mapa turístico de Vannes en español, con distintos recorridos y todo muy bien explicado, para así poder preparar tu visita antes del viaje.


Qué ver en Vannes


El puerto deportivo: Es una zona muy animada, sobre todo en las noches de verano, dónde se celebran verbenas y festivales. Es un paseo muy bonito y con muchas terrazas.



La gran plaza Gambetta: aquí se localiza la puerta de Saint-Vincent, con su famosa estatua del santo patrón de la ciudad, Saint Vincent Ferrer, y que da acceso a la entrada sur del casco antiguo. Nada más atravesarla se encuentra la calle del mismo nombre (rue St-Vincent), bordeada de edificios que datan del siglo XVII. Subiendo, encontrarás a tu izquierda la "Place du Poids-Public" con casas del siglo XVII y el "hotel Francheville", considerado monumento histórico de la ciudad.


Place des Lices: plaza donde tuvieron lugar las justas y los torneos de los duques de Bretaña, y actualmente se celebra un mercado dos veces por semana (el miércoles y el sábado por la mañana).





Place Valencia: En esta plaza que lleva el nombre de la ciudad natal de San Vicente Ferrer, se puede admirar su casa, y se encuentran las famosas figuras talladas en granito policromado de "Vannes y su mujer", ambas amputadas de sus manos y que fueron seguramente un antiguo cartel. Durante mucho tiempo han sido los símbolos de la ciudad.




El emblema esculpido de "Vannes y su mujer" se encuentra en la esquina de una fachada que hoy en día es un restaurante: "La villa Valencia", donde cenamos nosotros y que te recomiendo totalmente. En verano conviene reservar unas horas antes.

Château Gaillard: actualmente alberga el museo de historia y arqueología. El edificio es una mansión de piedra del siglo XV, que fue la sede del Parlamento de Bretaña de 1456 a 1532.

También merece la pena entrar para contemplar su rica colección arqueológica y medieval, y es ideal para ir con niños, ya que en el piso superior hay sarcófagos y rompecabezas exóticos. Hay disponible visitas guiadas en verano.

Rue des Halles: preciosa y estrecha calle con bonitas casas medievales de entramado de madera. También merece especial atención fijarse en el "hotel Roscanvec", construido en los siglos XVII y XVIII, y con una bonita chimenea en su interior.



Rue St- Salomon: junto con la "rue des halles" forman el corazón de la ciudad medieval. Destacan los pilares y las fachadas de las casas con los números 10 y 13, adornadas con unas figuras de animales.

Hotel de Limur, una magnífica mansión del siglo XVII, en cuyo jardín se celebra un famoso festival de jazz en julio. Cerca de aquí destaca también la capilla Saint-Yves y su fachada blanca.

Ayuntamiento: data del siglo XIX y es un edificio neorrenacentista que se parece a su homólogo en París. En el interior, las salas están decoradas a todo lujo.


Plaza Henri-IV: está bordeada por preciosas casas de entramado de madera, y es uno de los rincones que más me gustaron de la ciudad... ¡No podrás dejar de hacer fotos!





Catedral Saint Pierre: El corazón medieval de la ciudad se desarrolla alrededor de esta enorme catedral gótica, una verdadera joya arquitectónica de la historia religiosa bretona.






Con 110 metros de largo, es la más grande de Bretaña. Construida a principios del siglo XI, se completó en el siglo XV y se restauró en el siglo XIX, por lo que muestra una gran variedad de estilos.

La nave es del siglo XV (gótico flamígero), y su interior es realmente bello. Aquí podrás ver la tumba de San Vicente Ferrer, monje dominicano español muerto en Vannes en 1419.

La Cohue: este prestigioso museo colabora con el centro Pompidou y la Biblioteca Nacional de Francia, y merece la pena entrar, aunque sólo sea por ver su edificio del siglo XIII.


En el siglo XIII la planta baja fue un mercado cubierto, mientras que la sala de arriba acogió a la sede del Parlamento durante su exilio a la ciudad. En el siglo XIX fue transformado en teatro municipal, y actualmente acoge al museo de Bellas Artes.

Se encuentra frente a la catedral y hay posibilidad de comprar entradas combinadas junto con el de arqueología: Château Gaillard. Más información aquí.

Las murallas: Se han conservado como unas tres cuartas partes de las murallas originales de la ciudad, que siguen en gran parte la curva del arroyo de Marle.









Durante el recorrido se pueden ver varias puertas de acceso y torres. La "tour du Connétable"(siglos XIV-XV), es la más alta y es posible entrar a verla mediante una visita guiada.

Subirnos a las murallas y poder recorrer una parte de ellas, contemplando los preciosos jardines desde arriba...¡Fue una de las cosas que más nos gustaron de Vannes! Y la peque se lo pasó en grande investigando todo...


Los jardines de la Garenne: este precioso paseo junto al arroyo, te permite relajarte y admirar la ciudad desde una perspectiva diferente, además de poder observar el muro galoromano, donde se alternan ladrillos y morrillos de granito, construido en el siglo III, y que constituye la parte más antigua de las fortificación.




Desde este paseo también se puede acceder a las espléndidas lavanderías del siglo XIX, que se encuentran al pie del "bastión de la Garenne", el último elemento defensivo añadido al recinto medieval.

Los jardines franceses de los Remparts: dominados por el antiguo castillo de L’Hermine del Duque Jean IV, que hoy pertenece a la ciudad, y a los que se puede acceder a través de la puerta Calmont.


Vannes con niños



Le petit tren: una opción estupenda si viajas con niños pequeños, ya que ofrece un bonito paseo por el centro histórico durante 30 minutos, y está comentado en varios idiomas.


Precio: adultos 6,50€ y menores de 12 años: 4,50 €. Los tickets se compran a bordo.

Horario: Todos los días de la semana durante julio y agosto, de 10-19.20 h, cada 40 minutos. En temporada media (del 1 de abril al 14 de octubre incluido y durante las vacaciones de otoño), de 10 a 18h.

Lugar de salida: Plaza Gambetta, frente al puerto.

Acuario: localizado a unos 2 km de la ciudad medieval, es una buena opción para que los niños se diviertan después de las visitas turísticas, o en días de lluvia.

Precio: 14 €, niños de 3 a 11 años: 10 €, y gratis para los menores de 3 años.

El Jardín de Mariposas: En este invernadero hay entre 800 y 1.000 mariposas que se mueven libremente en una jungla de unos 500 m2 creada para ellas .

Es a media tarde cuando se pueden observar mejor. Una criadora de crisálidas hará las delicias de grandes y pequeños.

Precio: 11,50 €, niños de 3 a 11 años: 8,00 €, y gratis para menores de 3.
Existe una entrada (adulto: 20€ / niños de 3-11 años: 14,50 €) que permite combinar la visita del acuario y del Jardín de Mariposas.

Para los más peques, en la zona del puerto hay un bonito carrusel, tan típico de las ciudades francesas.


Vannes forma parte del camino de Santiago de Compostela, así que para entretener a los niños, se les puede proponer como juego ir buscando las famosas conchas que marcan la vía en sus calles empedradas.

✔ Muy cerca de la ciudad se encuentra el Golfo de Morbihan, una de las zonas más hermosas de la costa bretona. Entre abril y septiembre, la compañía "Navix" organiza varios cruceros con salida desde varios puertos, incluido el de Vannes, una actividad que siempre gusta a los niños.

 
Vannes es una visita obligatoria en cualquier road trip por la Bretaña francesa, que te adentrará en un universo medieval donde la tierra y el mar se entrelazan, y forman un lugar de cuento difícil de olvidar.







Es una ciudad que enamora, y es que sus murallas albergan uno de los complejos arquitectónicos más antiguos y bellos de Bretaña, perfectamente conservados, y con unas plazas y calles encantadoras que te transportarán a otra época.



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